El Nazareno de Rodríguez Picón ladea la cabeza hacia la derecha y mantiene la mirada baja. Su cabellera, partida al medio, se encuentra minuciosamente trabajada según los modelos de la escuela sevillana, cayendo hacia delante las sinuosas y apelmazadas guedejas. La barba, bífida y afilada, muestra un tratamiento similar.
El rostro, demacrado y de acusado perfil hebraico, presenta una expresión apenada. Los ojos son de cristal, y la boca, de amoratados labios entreabiertos, posee tallados en su interior los dientes y la lengua. El bigote, pese a su espesor, deja ver parcialmente el picudo labio superior. Las cejas exhiben un delicado trabajo de gubia.
El Varón presenta una gran tensión en los músculos del cuello, motivada por el esfuerzo de caminar con la carga del madero. Las vías de sangre causadas por la corona de espinas traspasan las cejas y se extienden por el semblante, manchando la barba y llegando las gotas hasta los pies. Las dos lágrimas delatan también su aflicción.
Manos y pies tienen un cuidado modelado, incidiendo en el marcado de las venas y con dedos flexionados en el caso de las primeras, que abrazan con tesón la cruz. Los talones de ambos pies se encuentran alzados sobre la pena, que imita los rugosos riscos del trayecto hacia el Calvario. Las carnaciones de la pieza son suavemente tostadas.
Descripción tomada de www.lahornacina.com
Fotografía de Sebastián Breva
Fotografía de Sebastián Breva
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